¡Clack clack, clack clack!
Rodó la bicicleta,
Mientras el recuerdo
De la delgada silueta
Y del desmoronado acuerdo,
En el ocaso se desvanecían.
Mis pensamientos yacían,
Ya en vano,
Ya en vano.
En el delicado silencio,
Fugas como sahumerio,
La retorcida esperanza,
Penetraba cual lanza.
Dolor guarro,
Me urgía
Meterme al barro.
Bajo tierra, bajo lodo,
Bajo el todo.
Tan solo me nacía,
Germinada angustia,
Del maleantoso deseo,
Pavoroso apogeo,
Del amor nacía.
Clack clack, clack clack!
Rodó la bicicleta,
Mientras el recuerdo
De la delgada silueta
Y del desmoronado acuerdo,
En el ocaso se desvanecían.
La devastadora habitación, me esperaba, sin invitación, sin motivación, tan solo un grupo de paredes,
tan sola una cama,
Tan sola,
Conmigo.
Conmigo,
Tan solo.
Sin la bella dama.
Sin la bella daga,
No hay mal que no haga.
El silencio retumbaba.
Ya tu risa no se escuchaba.
Las interminables conversaciones,
Indescriptibles sensaciones.
Mi eco retumba.
Las paredes del ego tumba.
Hoy mi corazón, se vuelve delator.
Traicionándome,
Confabulado con tu sonrisa,
No me calma ni la brisa,
Matándome,
Mi corazón se vuelve hoy traidor.
Brujería,
Un señuelo,
Una lágrima que no cae en el pañuelo.
Muerte al niño risueño.
Un dulce pálpito,
Mi corazón brota,
En el agobiante grito,
Pensaba que mi alma ya había pagado la cuota.
Pero me he equivocado.
Lo admito.
He abogado,
Y me lo permito,
Pues si, es el brillo de tus ojos,
Que ha borrado todos mis enojos,
Ahora nuevamente,
Los enciende en mi mente.
De tu boca me diste,
Pero tu mirada a mis angustias despediste.
No creo que haya sido por despiste,
Pues tú también lo supiste.
Ahora estoy aquí,
Con el recuerdo,
De aquello que pudo ser.
¿Cómo me acuerdo?
¿Como me puedo acordar ahora de respirar ?
Si en mi nariz se ha hospedado el aroma de tu boca,
De tus besos.
De tus besos de fruta.
De fruta amarga.
Amarga.
Amarga como puede ser la fruta.
Esa que solo entre dos se disfruta.
Amarga,
Como esa sensación de que mi existencia es tan larga,
Ardua,
Frívola,
Ardiente,
¿Acaso la vida te miente ?
Las paredes se abalanzan,
Parecen encerrarse,
Contrayéndose implosiona todo en su interior.
Mis órganos se mezclan unos con otros,
Las costillas crujen,
El aire de mis pulmones expira y silba a medida que huye entre las grietas.
Como figuras de globos, los intestinos revientan,
Piernas, brazos, manos y pies en polvo se hacen, un rosáceo sementó mezclado con sangre, sangre de la bomba que en algún momento latió, que ahora tan solo explota, y no precisamente por tu tierno mirar.
Finalmente retumba, nuevamente, en medio de la inmensidad de la cama, mi cráneo al estallar.
Estalla, explota, se desbarata y se esparce,
Y es que se esparce por todas partes,
Como el sabor de tu boca se esparce bajo mi piel,
Como un cancer, metastasico, que se alimenta de mi,
De mi,
De mi,
Y te alimentas de mi,
Estás del otro lado,
Al fin y al cabo,
Mientras yo estoy aquí,
Entre las piernas el rabo.
Mírate allí,
A lo alto de la montaña, bajo las estrellas,
Sonrisa lunar,
Que me
Prohíbe desear.
Tan solo husmear,
Clandestino sentimiento.
Y no miento,
Pues tus ojos me corresponden,
Aunque tú me mientas,
Aunque tú te mientas,
En cuanto a lo que sientes,
Tan solo mientes.
Un suave látigo,
Una premonición,
Un dulce pálpito,
Hoy, mi corazón,
Se vuelve delator.
Los pasos se escuchan, la piel seca cruje al sol de la madera,
Las latas se abren,
Las botellas se vacían,
Las cajetillas se consumen,
Ahora,
Me viene el mareo.
Tu voz se calla. Mientras la llama arde entre mis labios.
El amnésico elixir baja por mi esófago,
Deambulo como un vago,
Tiemblan las manos,
El alma lucha contra tus daños.
Mi alma grita,
Implora y llora en medio del mareo,
Anestésica armonía la que escucha mi cabeza,
Una vez que se fractura contra el piso.
Tan solo el sonido del pálpito,
De ese corazón que dejaste vivo.
Vino tu sonrisa a matar, y tan solo,
Lo dejó,
Ahí,
Vivo,
Tan solo,
Y ahí,
Solo,
A su destino,
A su suerte,
Abierto de par en par.
Sin poder rimar
La sensación divina,
La divina sensación,
Es que no adivina,
Tu alma en inanición,
La sensación divina,
La divina sensación,
De esta ilegal emoción.
Y me caigo,
Una, dos, tres y hasta cuatro veces,
Esperando a que regreses,
Ya lo hiciste,
Y nuevamente,
Te fuiste,
Me dejaste;
Demente.
Y las latas se siguen vaciando,
Las botellas se siguen rompiendo,
El fondo sigue creciendo
Y aún no lo toco.
Pero recuerdo tu boca, y me vuelvo loco.
Recuerdo el sabor de tu boca,
Y me vuelvo loco,
Me ahogo,
Me ahogo en el recuerdo de la eterna juventud,
Diagramado en lo más profundo de mi alma.
Recuerdo el sabor de tus labios, como si fuesen otros labios, otra voz, otra mirada, otra agonía.
Recuerdo el sabor de tu piel, y siento la piel, el calor, la humedad y la ácida dulzura atesorada, como si mi lengua acabase de descubrir nuevamente su propósito.
Y te recuerdo en tu mirar,
Como la vi a ella mirar,
Como la vi a la otra deslumbrar.
Conozco esa mirada ya,
Pues ha sido siempre honesta,
Clara y sincera.
No hay ceguera.
No hay artificio,
Mucho menos un prejuicio.
El amargo humo se adentra por mi boca,
El amargo trago se pasa por mi boca,
El mareo se pasa por mi boca,
Y las lágrimas caen por mi boca,
Y se me hace la boca un mar,
Un resplandor nocturno,
Tormento taciturno,
Martilleo bibliotecario,
Corazón precario,
Pues lo he visto.
Lo he visto en tu boca,
En tus ojos,
En tu sonrisa,
En tus labios,
En tu lengua,
En tu cintura arrebatada,
En tus garras clavadas,
En el resplandor nocturno,
De la inmensidad de tus ojos,
Lo he visto,
En la inocencia de tus saludos,
En la perseverancia de tu risa,
Y ahora que ya los vasos están vacíos,
No siento ya ni la brisa.
Sombríos líos,
En los que me he metido,
Pues ya nada de lo que he tenido,
Tiene siquiera sentido.
Y ahora que finalmente estoy medio ido,
A la felicidad despido,
Pues nuevamente,
Lo he perdido.
Definitivamente,
He perdido mi mente,
Y la angustia no miente,
El dolor no miente,
La fruta amarga no miente.
Tu boca, no miente,
Tus ojos, no mienten,
Tan solo sienten,
Aquello que no dejas que se te adentre.
Pero entre las cruces colgado me dejaste.
Libertario sacrificio,
Horroroso oficio,
El ser el mártir de tus alas,
Doloroso oficio,
El de verte partir,
Con tu boca arrebatada,
Con tus sentimientos atados,
Con tu mirada centrada,
En mi corazón enclavada.
Ahora ya no me entra el mareo,
A mi mente no le hacen aseo,
Pútrido yazco,
Ahora que al respirar desasosiego,
Tan solo, me muero,
Tan solo,
Yo,
Que he vuelto a ver,
La divina sensación,
La sensación divina,
La divina sensación,
La prohibida emoción,
El ilegal acto,
La revolución amarga,
La amarga fruta.
Mi alma marchita,
Y tu sonrisa tranquila,
Tan solo me aniquila,
La prohibida emoción,
Ausente de toda sensación,
Aquí, postrado,
Quedaré como el arado,
Seco, demacrado,
El momento ha llegado,
Sálvalo pues,
Que quizás ya no habrá un después,
No vivas después,
Que la fruta se hará dulce, agria y salada.
Que las mariposas no revolotean en el infierno,
Mucho menos hay brisa en el averno.
Tan solo un intenso invierno,
No permitas que nos deje en este infierno.
Escucha,
Tan solo escucha,
Rimani,
Rimani ancora,
Ora,
Ahora,
Y yo obraré,
Para que ese ahora llegue a mañana,
Mañana y pasado mañana,
Hasta los rayos morados del atardecer,
Hasta los rayos rosados del amanecer,
Hasta el anochecer,
Yo obraré,
Pero vive ahora,
Ahora que está viva la fruta,
Disfruta,
Ahora que nos hemos encontrado,
En medio del camino esfumado,
En medio de este corazón abrumado,
Quédate,
Tan solo un segundo,
Quédate,
Tan solo un instante,
Quédate,
Tan solo un ahora,
Quédate,
Tan solo, eso,
Quédate,
Tan solo,
Eso,
Yo.
Por S.P.A.
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