En aquel lugar, donde las noches no pasan y donde la luna se
esconde para nunca brillar.
En aquel lugar donde los vientos del oeste llegaban con tan
breve fuerza que eran casi imposibles de sentir.
En aquel lugar donde solo se escucha un sonido, aquella flauta;
rebosa en las tinieblas y su dulce sonido tortura ya mis oídos.
Solo pensaba en una forma de volver a mi realidad, pero esta
había cambiado.
Solo quería verla de nuevo, verla brillar entre todo.
Ya que todo el resto del mundo desvanecía cuando la veía.
Extrañaba su luz, que me deslumbraba.
Pero eso ya no sucedía, extrañaba estar cegado.
Su presencia era la cura para mi enfermedad, y estaba
muriendo.
Pero fuera de sufrir por todo esto, no podía quitarme el
dolor de encima.
Aquel dolor mortal que me apuñalaba el corazón, como una
daga ardiente.
Me sentía en llamas, llamas oscuras y sin sentido, que no
dejaban quemaduras, mas si agonías.
En aquella agonía, solo encontraba un consuelo, su ultima
frase, aquella dulce voz me recordaba porque seguía.
Seguía un simple sueño, que incluso ahora persigo.
Las noches, no acababan nunca, y esperaba a que volviera, a
aclarar aquella horrible oscuridad.
Me sentía inseguro, sentía como si alguien salido de mis
pesadillas me observase, tenía aquella fobia.
En los delirios de mi mente, pasaban cosas horribles, cosas
impensables que solo podía soportar, con la esperanza de que volviera.
Muchos pensaría que aquella esperanza, era de divinidades,
de ideologías, de pensamientos, todas serían acertadas, en vidas pasadas, pero todo
había cambiado desde aquella vez.
Y en las crudas horas esperaba a que mágicamente sucediera.
La exasperación me tenía loco, y me destruía poco a poco,
mis uñas se enterraban, mi pelo caía al piso como las plumas de un ave muerta;
mis lagrimas caían cual lluvia torrencial.
Llegaba al punto que sentía que por mis venas ya no pasaba
mas sangre, algo que ni siquiera era liquido, pensaba que a lo mejor era sal, o
arena.
Mi corazón había dejado de latir hace mucho, y ahora no era
mas que una gran piedra, pesada y fría, rota, y las partes estaban regadas por
doquier.
Solo soportaba todo, esperando, a que algún día aquella
flauta dejara de sonar, y de poder volver a verla.
Y un día sucedió, la música dejo de sonar.
Y tal y como anhelaba, simple y mágicamente descendió desde
una escalera dorada que venía de mas arriba, mas arriba que los cielos.
A cada paso, veía su magnificencia, su belleza.
Y algo que me revivía mas, era que de sus labios salían las
palabras mas hermosas que jamás había escuchado, intentar repetirlas sería
despreciarlas, ya que de ninguna manera se podían replicar.
Se acerco a mi, y con su increíble mirada, me devolvió la
vivacidad, la energía que por largo tiempo había perdido.
Me elevé hasta llegar a ella, la cual rozo sus suaves manos
por los pelos que aun tenía en mi cabeza.
No hacía falta corazón, porque sabía que si tuviera uno,
este ya habría explotado, de la alegría.
Pero, algo había sucedido, y una lagrima, cristalina como
diamante, resbalo por sus mejillas, hasta caer sobre mi.
Sentí un dolor mas grande que todo aquello que sentía antes.
Cambio su mirada, se entristeció, ya no sonreía mas y lo
sentía en su presencia.
Había algo en ella, algo que no estaba bien, algo que
perturbaba su pura alma, algo que me molestaba, algo que revolvía mis mas
profundos sentimientos hasta lo mas profundo de mi.
Pero cuando intente decir algo, ya era muy tarde.
Veía la ira en sus ojos, las flamas estaban a punto de ser
desatadas, y no había nada que pudiera evitarlo.
Y en aquel claro oscuro que se había creado, de su incesante
luz y mi oscuridad, todo se torno rojo, y ella se prendió en llamas.
Pero, no podía dejar que pasara, y fue así como tome mis
pequeñas fuerzas de lo mas puro de mi ser, y me aferre a ella, quemándome junto
a ella, como una llama quema una leña.
Y fue así, como en cenizas nos convertimos, pero el viento
que no se sentía, volvió con mas fuerza que nunca, y nos llevo volando; por las
montañas, por los cielos, por los mares.
:')
:')
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