miércoles, 25 de abril de 2012

Fragmentos



Aquí pongo fragmentos, o lo que había escrito de varios textos. Estos los escribí hace mucho, otros no son tan viejos.
Espero que les gusten. Además, sentasen libres de opinar, de dar criticas, y si les parece la pena que continúe alguno.
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Estaba allí parado, como un gran roble, que entre todos los otros sobresalía.El miraba con ojos perdidos aquella nota que sostenía tristemente en sus pálidas manos.Sus ojos, rojos como grandes cerezas, revoloteaban por doquier. Imágenes, escenas, pensamientos pasaban velozmente por su mente.Los rojos labios, se movían ligeramente a medida que el triste joven leía la triste carta.Así pasaron tres minutos. El latido de su corazón, retumbaba entre las desechas paredes que lo rodeaban. Los dedos, soltaron la carta.Esta, cayó, como los sentimientos de Julius. Julius, era el director general de la "Revuaaaaah, dem la Fradddh." Era el miembro mas joven, de esta sociedad.Su cargo, incluía viajar, hablar sobre la sociedad, pensar en posibles cosas que la sociedad podría crear o hacer.Pero una que otra vez, Julius, debía trabajar con María, mujer a la que había amado por toda su vida, pero que ella no.Al trabajar con ella, recordaba aquellos días en los que ella y el trabajaban en el proyecto delta. Julius, recordaba como casi, muy remotamente a decir la verdad, casi sucedió algo. Pero allí, fue donde María, conoció a Max.Max y Maria, estaban locamente enamorados. El corazón de Julius, estaba destrozado. Alguien dijo que todo corazón se puede reconstruir. Pero el de Julius, era totalmente diferente, la felicidad se olvidaba rápidamente, los rencores, el odio, se quedaba.Aquella fría noche de noviembre, Julius no leía una simple carta. Leía un certificado de muerte. Aquel certificado de muerte, era de Maria, quien había fallecido en una explosión de una de las plantas  del   proyecto delta.María no fue la única en morir. Tanto Maria, Max y otros cientos de científicos, habían sido incinerados por una planta radiactiva que alimentaba el infame proyecto delta.Pero lo que crecía en aquella habitación donde Julius miraba tristemente, era mucho mayor de lo que se pensaba.La carta, no era solo para indicados a alguien lo sucedido, sino también una solicitud:-A todos los hombres y mujeres que estén interesados en ayudar a la causa que sus amigos o seres queridos participaban, pueden suscribirse en el centro de subscripción # 43.-Los cargos se les asignaran a correspondencia del resultado de su examen.La decisión de Julius estaba hecha. Julius daría todo por Maria, aquella hermosa mujer, de ojos azules como el mar. De cabello Rubio castaño como si fueran los filamentos mas delgados, mas finos jamas creados de los metales mas hermosos y finos. Aquella mujer de blanca piel como la nieve mas pura de todo el universo.Aquella mujer que había destrozado el corazón de Julius como si fuera una pequeña nuez, que fue aplastada por la pata de un elefante.Aun así, Julius la amaba, y siempre la amaría, motivo por el cual llenó la solicitud de la carta.El desolado hombre, se dirigió a la pequeña cocina, de donde saco un pequeño frasco, bastante roto por el tiempo y por el uso.El pequeño frasco contenía un polvillo de color tierra, cacao, era café.Pero lo km rota te no era ese pequeño polvillo con magnifico olor; sino el pequeño frasco dañado por el tiempo.Aquel frasco tenía un valor sentimental inmenso, había sido hecho por Maria.Preparó una taza de café. Se secaba las lagrimas del pálido rostro. Busco entre el bolsillo de la chaqueta de su grisáceo trage, y sacó un encendedor metálico con unas peculiares insignias e iniciales y una caja plateada.Abrió la caja, contenía unos cigarros, tomó uno y lo puso en los secos labios, acerco el encendedor y lo abrió, puso su pulgar y lo encendió, una enorme nube de humo salió repentinamente.La cafetera estaba lista. Tomó una taza de los anaqueles de la diminuta cocina.De otros de estos anaqueles, sacó una botella larga y corta. Abrió la botella y sirvió un largo chorro de aquel dorado liquido.Sirvió el café en la misma taza.Se sentó en una silla pequeña en el balcón que estaba afuera de la habitación de paredes dañadas y desdeñadas.Allí paso la noche, bebiendo, fumando, llorando de vez en cuando. Amaneció. La luz, ilumino la cara del pobre melancólico de Julius.Su rostro, pálido como la leche, con sus ojos, rojos como cerezas, demostraban la terrible noche que debió haber  pasado.Débil rostro, se comenzó a mover a medida que los rayos de luz.Sus ojos, que llevaban ya un buen tiempo abiertos, se cerraron, como si todo fuera nada mas que un terrible sueño.Pero no era así, su amada Maria, había muerto en una investigación junto al hombre que ella amaba.Julius se levantó del sofá e el que se encontraba, so frotó la agotada piel de su rostro y, con débiles pasos y uno que otro fallo de caída, lo llevaron al baño.Una vez allí, se miró al espejo, pero sus ojos seguía cansados, giró con sutileza la perilla del lavamanos, un delicado chorro de agua, cristalina como el amor de Julius por Maria, descendió.Julius, cerro sus manos, recolectó un poco de aquella pura agua y, la pasó por sus ojos.Se volvió a mirar en el espejo, pero no vio lo que esperaba. Julius esperaba ver aquel hombre en el que su alma había estado estancada desde ya treinta y dos años, pero no,  vio solamente un cuerpo, que se movía aunque lo poco que pudo haber tenido, lo había perdido, se había destrozado, se había esfumado.Cerró su puño, las venas de su brazo se estiraron, sobresalían en la pálida piel.Se giro levemente, y dirigió aquel puño contra aquel espejo que le había mostrado la verdad.El espejo se rompió como el corazón de Julius.Derramó una lagrima.Se frotó el pelo con una de sus manos.-No se porqué todavía, después de veinte años, te sigo amando, aun, cuando se que definitivamente no puedo estar a tu lado.-No se porqué, incluso el simple hecho de respirar me recuerda a ti.-Pero esto no acaba hasta que la mas mínima parte de mi cuerpo no pueda luchar por ti. Nunca acabará, incluso si todos creen que todo está perdido. Nunca importará. Siempre te amaré.Se desvistió, entro a la ducha y la abrió, el vapor salía por la puerta.Al cabo de unos minutos, salió, estaba vestido por una blanca toalla de la cintura para abajo.Se dirigió a su habitación, abrió el gran armario, que era en realidad otra habitación.Eligió un traje, de seda negra, con un peculiar brillo, una camisa de mancornas blanca como si rostro que aun no recuperaba su color. Unas mancornas de plata y con diseños negros y dorados, una corbata gris. Un reloj y unos hermosos zapatos negros de agradable brillo.Un buen cinturón y un hermoso reloj, parecía listo para un funeral.Tomó su teléfono, la cigarrera y el encendedor, una pluma fuente y un sorbo de aquel viejo café.Agarró las llaves y se fue de aquel lugar.Llegó hasta el a censor, tomó su celular, pero al salir de su casa, se encontró con un hombre que supuestamente era un importante detective.el detective le dijo que lo acompañara.El supuesto 




otro:



Allí estaba el, un peculiar hombre, no solo de aspecto físico sino que también Tenía una peculiar personalidad.

Se encontraba allí parado, en el patio trasero, observaba como la luz solar llegaba a las planas, al pasto, a las bellas rosas que con mucho cuidado había procurado puedo que debía cumplir la promesa que él había hecho con su esposa.
Observaba, como en algo an insignificante pero a la vez importane, bailaba al ritmo del viento, y como entre estos, unos pocos sobresalían, dandole un toque bastante humanístico.
Decía él, es increíble que alguien como yo pueda soñar algo como esto.
La cruda verdad, es que él, no era nadie, era el ser humano mas insignificante y a la vez significane del planea.
Era el hombre mas inteligente y mas bruto, era el mas capaz e incapaz, era odo  nada a la vez.
Solía soñar con eso, una tarde admirando el pasto del jadeen donde su esposa había fallecido, recuerdo único que todavía le quedaba después de haber paseo mas de 3 años en prisa´on y 2 años y medio en un hospital psiquiátrico.
Este pobre y único recuerdo, se perdía cada vez ms, con las lobotomias, las pídolas, las inyecciones, la comida, los jugos, la misma agua.
Julius, sbía que aquel recuerdo no era suyo, que tampoco estaba en pirca´on porque tuviera que hacerlo





otro:


58 días
42 días de colegio o 1008 horas o 60480 minutos o 3628800 
De las cuales solo Noé vemos 348.6 nos vemos


otro:



El estaba allí, las palpitaciones de su corazón aumentaban velozmente. Las pupilas se contraían y dilataban como las luces de una disco. El frío sudor de muerte caía suavemente sobre la camisa del sujeto.
Los doctores lo miraban desde la ventanilla, la enfermera en jefe, aplicaba mas del suero a medida que los doctores indicaban.
Cada vez que se inyectaba mas de aquel líquido, el pobre hombre se ponía mas pálido. Los ojos parecían hincharse casi al punto de reventar, pero lo mas curioso eran sus brazos. Los brazos de este pobre sujeto de prueba se volvían rojos y grandes, como si la masa muscular se agrandara con cada palpitación.
En este horrendo laboratorio, donde todo parecía oponerse a lo racional y a la naturaleza, un medico, que debía ser el mas importante, dado que llevaba un par de insignias mas que los otros, dijo en voz baja y casi susurrando algo que me fue incomprensible. Pero los otros médicos se reusaron con negaciones agitando la cabeza haciendo bastantes señas que lo indicaban, pero al parecer se hizo lo que él pedía.
Alguien entró al cuarto del sujeto de prueba con un maletín metálico. De este sacó un pequeño frasco y lo puso en un artefacto que de seguro era para aplicar inyecciones. Se lo pasó a la enfermera que hace poco inyectaba el otro líquido, repitió la acción pero con este nuevo suero.
El sujeto, que antes se veía como una persona que acababa de morirse de pena, esta vez comenzó a agitarse. Parecía convulsionar, su piel se tornó rojiza y el pelo se comenzó a caer.
Los ojos que antes parecían intermitentes, se volvieron blancos, era un caos, los médicos se asustaron bastante y agitaban las manos en el aire mientras las personas del cuartillo intentaban controlar lo que se había causado.
El sujeto comenzó a agitarse mas y mas, soltó una de las correas de cuero que sujetaban su brazo a


otro:

Era una sombría noche de mayo, un oven hombre de no mas de veinte años., observaba la ventana. Observaba como las frías goas de lluvia recorrían la pista de vidrio. Como los pájaros, se refugiaban bajo la sombra del gran árbol que quedaba cerca de su horizonte visual.
Los ojos que alguna vez habían sido negros, nobles y puros, tenían ahora, una leve capa de color blanco transparente, que demostraban en cambio, como en algún momento se habían quebrantado y perdido la felicidad, la vivacidad.

esos son algunos

gracias por el tiempo:

:p









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