jueves, 3 de enero de 2013

Dime que siento...


Desde el momento en que te vi, pensé que eras una persona distinta a las demás, enérgica, mágica, incomparable. Pero resulta, que solo estaba equivocado.
El tiempo me abrió mis ojos, cocidos por tus encantos, con aquella ardiente aguja que atravesaba mi piel y me encerraba en ti.
Reemplazaste todo, hasta el aire, porque no lo necesitaba cuando te veía, ya que el tiempo, el mundo se detenía, para que pudiera admirar tu belleza.
Pero una vez me equivocaba.
Esta vez no fue como aquellas veces, oscuras y aterradoras, que destrozaron mi corazón desde el inicio. No, no, esta vez lo supe desde el inicio; preparé mi mente para lo peor.
Construí aquel muro, que no me permitiría verte, nunca, aunque lo deseara. Y menos te oiría, puesto que las grandes orquestas sonarían día y noche, sin cesar, para opacar tus venenosas palabras, empalagadas de maldad y traición.
No pensaba en amarte, en quererte, en tus ojos, en nada de eso, puesto que solo había una meta en mi mente, destruir aquel sentimiento que de no ser censurado, me corroería hasta lo mas profundo de mi ser.
Pero algo hacía que todo fuera mas complejo de lo que pensaba, era aquella arma tuya, curva y suave, esa maldita sonrisa tuya. Perfectamente alineada con el resto de tu malicioso rostro, con esos labios lisos, rosa como la pomarrosa y suaves, como mil nubes blancas.
Y por dientes tenías estrellas, una verdadera obra maestra de la madre naturaleza. Pero algo aún mas curioso tenía tu sonrisa, aquella picardía e inocencia que ninguna otra poseía, era eso lo que me sacaba de quicio. Debía verla de nuevo, debía acariciarla con mis labios, quemar esa ansiedad que me destruía por dentro de manera agonizante y lenta.
Pero ese no era el mayor problema, porque como bien sabes, el dolor pasa, pero lo que no pasaba, era la imagen, de tu sonrisa, de tu delineado cuerpo, perfecto y magnifico, que me hacía pensar en todas las maneras que me decepcionaría.
En como el amarte, me llevaría a una tragedia mental, a un colapso total, del cual me llevaría años recuperarme, si es que podría hacerlo. O como me decepcionarías, haciéndome quererte por lo que realmente no eres, una ilusión total, una falsa realidad engañosa que haría trizas mi débil mente.
Eran todas esas cosas las que me preocupaban, puesto que ni el hombre mas fuerte, podría resistirlas.
Podría decirse que entre tu dulce apariencia se esconde algo mas, aquel sentimiento malévolo, psicópata, asesino de corazones.
¿Era eso lo que querías hacer? ¿Romperme en trizas el corazón, aquella gigante parte de la mente que procesa todo lo emocional?¿ Darme esas falsas esperanzas, engañosas y traicioneras?
Dime de una buena vez, ¿qué quieres de mi?
¿Quieres que te ame sin cesar hasta que mi cuerpo deje de respirar? Aunque tu no sientas lo mismo, ¿ya que solo me necesitas para llenar un vació tuyo?
O ¿quieres acaso que me olvide de quien eres, y lo mucho que significas para mi?
Pero apuesto que no sabes realmente lo que quieres, ¿no es así? Se que lo sabes, pero no lo admites, y es el mismo principio por el cual no debería amarte.
Es por culpa de toda esa belleza que veo en ti, que tu no ves en mi. Es por esos ojos marrones que tienes, que no se comparan con los negros que tengo yo.  Por ese suave cabello que ondea con el aire, glorioso y destellante.  O esa figura esculpida que tienes, que ninguna otra puede tener.
Pero algo que no sabes, es que todo eso, al igual que tu mirada, están en mi mente; por lo tanto es importante que te diga, ahora y para siempre, que ese muro no funcionó, me perdí en tus encantos, y solo mi ultimo recurso pudo salvarme, el tiempo.
Fue en todo este tiempo que comprendí que no era como yo pensaba, como idolatraba.
Esos ojos tuyos, son tan marrones como los de cualquier otra, y tu cabello, ese que ondeaba, lo vi varias veces en diferentes cabezas.
Y tu figura, bueno, como cualquier cosa esculpida, siempre hay una mejor.
Había llegado a la base de la decepción, y ya nada que hicieras podría hacerme cambiar.
Ninguno de tus engañosos y mañosos trucos me harían caer de nuevo, porque aunque el tiempo no me hace mas fuerte, si me hace mas distante, de ese veneno viviente que eres.

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