29/1/13
Revelaciones de una noche
Primera Parte
Capítulo 1:
Encuentro.
Un estruendoso ruido me despertó y abrí con gran fuerza
los ojos para poder observar que clase de objeto emitía ruido semejante. Pero
menuda sorpresa me lleve al ver donde me encontraba.
Una habitación verde, con una cama suave
y pequeña, verde también esta al igual que todo aquello que estaba a mi
alrededor. Me preguntaba en que clase de lugar estaba, puesto que nunca había
visto algo semejante. Ni en hospitales o escuelas y mucho menos en
prisiones. Pero comencé preocuparme más por el sujeto de traje negro
que me observaba sentado en una silla a poco más de un metro de
distancia.
Me miro y levanto una ceja diciendo : - se encuentra
usted en la clínica privada del centro de investigación criminal.- hizo una
pauta y continuó. - le hemos encontrado hace dos días, tirado y lleno de golpes
en su casa de campo.
-¿Dónde se encuentra ella? Replique bruscamente
interrumpiéndole- a lo que respondió :
Lamento decirle esto, pero la encontramos atada a una de
las vigas de la casa, la han asesinado a golpes. Creemos que han sido ustedes
víctimas de un asesino en serie. - hizo una pauta y me entrego un portafolio.
Lo tomé con cautela puesto que no entendía nada de lo que
sucedía. Lo abrí y empecé leer:
Nombre :
Lee
Apellido :
Armstrong
Se busca
por : Seis asesinatos múltiples…
A penas vi esto, comprendí las palabras del hombre de
traje.
Me detuve y lo mire, buscando una explicación, pero este
solo me dijo que descansara por ahora y fue así como simplemente se fue de
aquel lugar.
El día pasó y varias enfermeras llegaron a l habitación,
bien fuese para darme de comer, o darme varios medicamentos que jamás había
consumido en toda mi vida. Pero no hubo noticia alguna de mi novia, o de aquel
misterioso hombre.
El tiempo pasaba y deseaba con ansias el poder irme de
aquel estresante lugar. Sentía como sí las paredes se acercasen lentamente
hacia mi, como si intentasen aplastarme como a una mosca. Sin mencionar el aumento
constante de la temperatura que incrementaba la agonía en aquella pequeña cama
de la cual no me era permitido salir.
Y fue así como el día llego a su fin, cuando por fin el
cansancio me venció y caí en profundos sueños.
Capítulo 2:
La mentira.
Al día siguiente me encontré nuevamente con aquel hombre,
y este trajo consigo a un séquito de doctores, para ayudarme a recordar que
había sucedido.
Una de las enfermeras, se acercó y me inyecto un líquido
trasparente, el cual debería ayudarme a recordar lentamente aquello sucedido, o
al menos eso era lo que había entendido de las palabras de uno de
los hombrecillos de bata.
Se suponía que tardaría unos cuantos minutos en hacer
efecto, pero al cabo de unos cuantos segundos empecé a sentir un intenso dolor
de cabeza y me desmaye, o eso pensé.
Sentí que había salido de mi cuerpo y veía todo en
tercera persona, sin embargo el dolor se intensificó y comencé a ver el pasado:
(Noches atrás)
Era medianoche y los pájaros revoloteaban
entre aquellas vacías colinas llenas de penumbra, llenas de neblina, llenas de
tristeza.
Se iluminaba solamente aquella pequeña casa, donde me
encontraba refugiando de la tormenta que se avecinaba, un vendaval, un
torbellino y grandes precipitaciones acabarían creando deslizamientos en
aquella maldita colina. El fuego se extinguía, y me enfriaba poco a poco, como
si muriera lentamente.
Mientras esto sucedía, me fije en su rostro, delicado
como sí fuese una escultura en mármol, al igual que su piel. Sus ojos,
intensamente azules resaltaban aún más palidez; y su cabello, castaño como los
troncos de las acacias, y brillantes como sus finos labios, los cuales me
hacían recordar lo hermosa que era. Y de cómo sería una lástima que muriera.
Se encontraba acurrucada, envuelta en varias cobijas y
abrigos, al lado de la chimenea para no morir de frío. Sus ojos se perdían
entre las llamas. Mientras esto sucedía, tome aquella pala que para revolcar
las cenizas, y en silencio me levanté. Me acerque lentamente y con ambas manos
levanté aquella pesada pieza de hierro. La apreté con seguridad y la lleve encima
de mi.
Sabía que debía ser un golpe duro y conciso, para acabar
con ella de manera rápida e indolora. Pero a medida que descendía rápidamente
la pequeña pala y se unida sobre su delicada cabeza, pensaba en que haría.
¿Tomaría las llaves del coche e intentaría escapar en el?
Al acabar con ella, arrastre su cuerpo al sótano, y fue
ahí cuando me vino la idea. No era la primera vez que esto sucedía, y podría
aprovechar la ocasión para poner en marcha aquel rebuscado plan que en aquellas
horas de alta soledad había creado. Por lo tanto decidí pasar a la fase uno.
Ahora lo entendía todo, aquella medicina era realmente
mágica. Me hacia escuchar y vivir mis propias palabras, lo que me permitía
ahora entender que era lo que sucedía.
Y podía decir sin ningún problema que la primera fase
había funcionado a la maravilla. Ahora faltaba la segunda fase, una realmente
importante.
Desperté rápidamente y vi a todos con caras de
expectativa, como si esperasen que dijese algo, y les di lo que querían oír:
Ahora recuerdo lo que sucedió aquella noche. - hice una
pequeña pausa para demostrar mi frágil estado ante la "ley" y
continúe. - fue algo terrible, aquellas cosas que nos hizo aquel despiadado
bastardo.
-¿Qué sucedió.? Replico uno de manera interesada.
-Fue una simple tarde, que poco a poco se convirtió en la
peor velada de mi vida.
-Explíquese mejor- Replico otro.
-Comenzó todo con la tormenta,
ciertamente no estábamos provistos para sobrevivir a algo del estilo, y fue por
eso que salí a cortar leña para mantener viva la llama de la chimenea. Ya que
sabía que eso nos ayudaría bastante ante las depravadas condiciones- Me detuve.
<<No puedo hablar así, pensé,
puesto que debía sonar como una empobrecida victima que acababa de recordar
algo que debía de llevarle directo al psiquiatra por secuelas>> Y fue así
como proseguí.
Comencé a hablar lentamente y en voz
quebradiza:
-
Tomé la pequeña
taladora para cortar algunas ramas medianamente secas de unos pequeños arbustos
que se encontraban no muy lejos. Le dije que me esperase y que preparase la
comida mientras aún había electricidad, ya que sabía que durante la noche iba a
fallar. Solo que no sospeché que ninguno de los dos necesitaría electricidad
para aquella noche.
-¿Qué pretende decir con eso?- Replicó
bruscamente aquel hombre vestido de negro, mostrándose impaciente por una
respuesta.
-Me saltaré todos los detalles. Todo
ocurrió cuando volví a la casa y vi que la puerta se encontraba abierta. Solté
entonces las ramas que había cortado y me dispuse a buscarla, sin embargo me
tomó varios minutos en percatarme que no estaba en la casa. A este punto empecé
a alterarme, pero fue cuando escuché aquel grito que provenía del patio
trasero, el cual no había revisado.
Llegué agitado y sin aliento, para poder
ver aquella aterradora escena. Allí se encontraba ella, de rodillas
observándome y llorando. Y aquella perturbadora figura.
-Era un hombre, ¿no es verdad?- dijo la
única doctora- ¿Podría usted describírnoslo? Verá, creemos que han sido usted y
su novia victimas de un asesino serial, al cual deseamos atrapar lo antes
posible para que no vuelva a realizar sus atrocidades. Por lo tanto es
necesario que nos de toda la información posible sobre este.
-De acuerdo- respondí con apariencia
sorprendida por aquello que me decía- Aquel hombre, tenía una estatura
promedio, podría decirse que era ligeramente más alto que yo. De contextura
muscular y firme, sin duda alguien que frecuentaba el gimnasio o algo por el
estilo. Su rostro era pálido, tan pálido como la muerte misma; y sus ojos, de
color negro intenso, mostraban aquella endemoniada alma que posee. Sus
facciones, rígidas y perturbadoras me carcomían el alma mientras pensaba que
estaba por suceder.
Ella gritó de nuevo y el simplemente
tomó con gran fuerza un objeto negro y le pegó en la cabeza, derribándola
inmediatamente y me observó fijamente.
Sentía como si su mirada fuese hecha de
afiladas dagas que cortaban mi garganta a cada segundo que pasaba observándome.
Pero se detuvo y miró al piso, parecía agotado, temía.
De un momento otro emitió un extraño
sonido y se dirigió hacia mi con gran velocidad. Llevaba consigo un bastón que
agitó con gran fuerza para después golpearme con este en la cabeza; después de
esto recuerdo despertar en la casa y verla a ella, sentada a unos cuantos
metros de mi, hasta que oí un craqueo y miré, para darme la desagradable
sorpresa que era este sujeto de nuevo, el cual me miró y me golpeó de nuevo.
Después de esto no recuerdo mas, hasta
que desperté aquí.- Me detuve, aparenté estar agitado y pedí un vaso de agua
para calmar la ansiedad.
Por la cara de los oyentes pude entender
que mi historia había cumplido su propósito y que había acertado a la
personalidad de aquel asesino que “andaba suelto últimamente”. En mí surgía una
extraña sensación de picardía, al ver que no se daban cuenta que lo tenían al
frente de sus narices.
-De acuerdo- replicó la doctora
nuevamente- Su historia concuerda con las huellas e indicaciones que han
encontrado los forenses-dijo dirigiéndose al hombre de traje y dijo:
Es mejor que lo dejen descansar y que lo
lleven a protección apenas se recupere. Puede que el asesino quiera acabar lo
que empezó. Bueno- dijo observándome – es mejor que descanse, ya después podrá
ver a un psiquiatra y salir de aquí. Que tenga una buena tarde.
Seguido de esto salieron dicha doctora,
el hombre de traje y todo el sequito de doctores.
Se quedó solo la enfermera que
previamente me había inyectado y dijo:- Aquí tiene usted este pequeño
dispositivo, solamente tiene que oprimir el botón cuando necesite algo. Sus
heridas deberían sanar pronto y dentro de una hora o dos vendré a cambiarle los
vendajes. Le dejaré aquí esta bandeja con comida, los doctores han dicho que se
coma todo, y que por último se tome estas pastillas las cuales le ayudaran a
calmar el dolor.
Si le hace falta algo o desea algo, no
dude en llamarme.
Sonrió y se fue, dejándome finalmente
solo en aquella detestable habitación pintada y decorada con aquel ridículo
verde.
Capítulo 3:
Descanso para planear.
Al cabo de unos minutos tomé la bandeja
y comencé a comer y es importante aclarar que era la mejor comida que había
comido en un lugar de aquel estilo. Y pronto acabé con todo, quedando aquel pequeño
donde se encontraban las dichas pastillas. Pero sabía que no debía tomarlas y
fue por eso que las pulvericé y deposité aquel blanco polvo en el salero.
Había llegado un merecido descanso y me
dormí en aquella medianamente cómoda cama. Sin embargo no lograba conciliar el
sueño y decidí llamar a la enfermera para entretenerme por un rato.
- Oprimí el botón que me había dicho y se encendió una
pequeña lucecilla verde, la cual brillaba intermitentemente hasta que se abrió
la puerta, por la cual entró la enfermera.
- ¿A usted oprimido el botón por accidente? ¿o necesita
algo?
- La verdad es que me sentía bastante solitario y no quiero
sonar necesitado, pero después de todo lo que ha sucedido, me gustaría tener un
poco de compañía, claro si no le molesta.- dije sonriendo al final.
- No se moleste, parte de mi trabajo consta de eso. ¿Qué le
gustaría hacer?-Dijo con dulce voz.
- No mucho, ¿podría usted informarme de las últimas
noticias? Y si no es mucho pedir, ¿podría darme usted los periódicos de los
últimos días y una libreta con un bolígrafo?. Me gustaría saber que ha sucedido
en estos días.
- No hay ningún problema-repuso con voz apacible- deme unos
cuantos minutos y le traeré todo esto. Mientras permítame llevarme la bandeja.
Tomó la bandeja y cuando se marchaba
preguntó: -¿Se ha tomado usted las pastillas?
Asentí con la cabeza y se marchó, había
llegado la hora de crear mi treta para poder salir de aquel lugar sin
sospechas. Por lo tanto cuando recibí los periódicos viejos y la libreta,
empecé a escribir en ella la historia que había narrado a los doctores para estar
seguro de nunca olvidarla.
Pasaron los días y mi historia comenzaba
a tener credibilidad, a tal punto que después de unas cuantas semanas me
dejaron salir al jardín del hospital e ir a la sala de recreación de este. Sin
embargo las noches eran largas y la única distracción que tenía era aquella
enfermera.
Ella parecía ser una amable persona,
pero no estaba interesado en su ser ya que sabía que sería mi siguiente
cuartada y era una lastima que tuviera que morir tan hermosa mujer.
Pasaron un total de dos meses antes de
que volviera a ver al hombre de traje, este llegó como si nada y me dijo que me
alistara, había dejado un traje similar al de él en la mesa de la habitación y
me dijo que vendría en unas dos horas. Sabía que había llegado el momento de
escapar de aquella putrefacta habitación, por lo tanto me dispuse a leer mi
historia nuevamente para no cometer ningún error.
Destruí página por página a medida que
las leía y las memorizaba. Para no ser descubierto.
Capítulo 4:
Dos caras.
Aquel hombre llegó y me dijo que le
siguiera, pasamos a través de un laberinto de pequeños corredores blancos y
azules, los cuales parecían nunca acabar. Hasta que llegamos ante una enorme
puerta de acero la cual pudo solamente abrir con un par de gruesas llaves que
portaba colgadas a su cuello.
Al salir el gran resplandor del sol me
tomó desprovisto y me dejó cegado, por lo tanto solo recuerdo haber llegado
hasta un gran coche negro. Al entrar en este, pude ver con tranquilidad y vi
que fuera del hombre de traje habían otros dos vestidos de la misma manera, sin
contar al conductor.
Una vez ahí aquel hombre comenzó a
hablar, me explicó a donde íbamos y finalmente me dijo su nombre. Uno realmente
complicado de pronunciar y varias veces me corregía con gran autoridad demostrando
una gran mezquites hacia mi.
El agente Björk (hombre de traje) me
explicó que él y la doctora Malecón consideraban que era prudente pedir los
servicios estatales de seguridad, ya que al parecer el asesino podría volver
por mi.
Al llegar a la estación estatal de
seguridad, vi una gran estructura horrible, hecha toda en ladrillos los cuales
probablemente tenían mas de dos veces mi edad.
El ambiente era desolado y no había alma
alguna que rondase por los alrededores. Salvo uno que otro guardia de seguridad.
Pasamos por la gran puerta principal la
cual nos llevó a una gran entrada, donde encontramos al abogado que tanto había
nombrado Björk.
Me dijo que sería fácil conseguir una
casa y un coche, sin mencionar de la gran indemnización monetaria que me harían
si aceptaba no ir a los medios. A todo esto accedí y me llevaron a un pequeño
cubículo donde me pidieron que contase mi historia para que aquellos hombres
pudiesen entender porque se pedían todas esas cosas. Lo mas probable es que
dijesen que sí, así como que aquel abogado y el agente recibieran una gran
comisión ya que se veían interesados en la parte monetaria.
Y fue como ocurrió todo, me dijeron que
eligiese una entre tres casas y uno entre tres coches. Y mientras hacía esto,
el abogado se encargaba de crear documentos nuevos y cuentas nuevas para que
desapareciera definitivamente y me transformara en una persona distinta.
En todo eso solo tuve una sospecha por
parte de uno de los guarda espaldas del agente, ya que no paraba de anotar
aquello que decía y que sucedía, pero pronto me liberé de esto cuando me dieron
dos juegos de llaves. Me sorprendí.
-Bueno, tenga usted las llaves de su
coche y las de su casa, verá que esta está equipada con todo lo que necesite. Y
esta es una tarjeta, la contraseña está en el adhesivo, la cantidad debería
alcanzarle para lo que necesite cada mes. Iré a visitarle en un mes, para
asegurarme que todo esté bien.- Finalizó dándome la mano y me dejó con uno de
los guarda espaldas, el cual me dio un pequeño papel donde estaba la dirección
y me llevó hasta esta en el coche que se me había entregado. Este después se
fue en una patrulla que llegó cerca de 5 minutos después.
Finalmente lo había logrado, podía
añadir otra victima a la lista sin ningún problema, a excepción de aquella enfermera
que hacía que la mente me diera vueltas y vueltas.
Recorrí la gran casa que ahora tenía y
mientras lo hacía tomé el único papel que me había quedado del hospital, pero
el contenido de este, no era mas que un simple numero, el numero de mi nueva
victima.
Capítulo 5:
La muerte no descansa.
Pasaron unos cuantos días desde que
llegué a la lujosa casa, y en aquel tiempo no hice mas que moler mi cerebro
planeando todo.
Salía de vez en cuando y miraba
locaciones de mi nuevo vecindario el cual no solo era diferente a los sitios
que solía frecuentar, sino que tenía algo fantástico que me dejaba sin habla
cada vez que lo sentía.
Todas las casas de aquel lugar estaban
vacías la mayor parte del tiempo y bien sabía que esto me convendría para mis
próximas acciones.
Mi nueva victima sería mas complicada de
lo que pensaba al inicio, ya que comprendí que faltaba mucho para poder
extinguir con su vida. Por lo tanto decidí apresurar el lapso y hice la llamada
que cambiaría todo:
-Hola¿ Se encuentra la enfermera Katyn?
-Con ella habla, ¿quién es?
-Anda
me he olvidado de su voz, y entiendo que le ha ocurrido lo mismo a usted con la
mía. ¿Acaso no me recuerda?
-Oh si, señor…mmm… Michael, ¿no es así?
Es usted el señor del hospital.
-Por supuesto señorita Katyn, y le
llamaba para agradecerle por aquella compañía que me brindaba usted en las
solitarias noches de aquel friolento y desolado hospital
-Ah, no hay de que, debo decir que
también me he divertido- Repuso con una pequeña risilla al final. Sabía que me
avecinaba a una nueva faceta de mi plan.
- Eso lo sé, señorita Katyn…
-Por favor, llámeme Katyn, no hacen
falta cordialidades- exclamó dulcemente.
-De acuerdo Katyn, le llamaba para saber
si le gustaría seguir divirtiéndose junto a mi. ¿Qué le parece si nos viéramos
a la hora de la cena en estos días? Puedo ir a recogerle si lo desea.
-Me parece perfecto. ¿Cuándo sería?
-¿Le apetece mañana en la noche?
-Perfecto, le estaré esperando.
-De acuerdo, hasta mañana Katyn.
-Está bien, hasta mañana Michael.
Pese a que la conversación había sido
sosa y aburrida e incluso impersonal, había mas que cometido mi propósito. Por
lo tanto decidí empezar a preparar y ordenar un poco la casa.
La noche no pasaba y era algo que nunca
me había sucedido, esa extraña y aborrecedora sensación de ansiedad que me
llenaba el alma hasta lo mas profundo de mi ser. Me daba calambres y me hacía
temblar como un muerto de frío.
Nunca antes había sucedido algo así y me
preguntaba con fervor el motivo de esto. ¿Sería acaso por lo hermosa que era la
señorita Katyn? Con sus preciosos e incandescentes ojos azules y sus delicadas
facciones que llenaban su cara de tanta belleza que era como perder la mirada
en el amplio océano. O a lo mejor era su perfecta figura que me hacía palpitar
como un caballo de carreras. Pero estaba bastante seguro que no era nada de eso
puesto que antes había visto ya a mujeres así, las cuales incluso había
frecuentado. Sin embargo esta poseía algo diferente a todas las otras, algo que
me atraía como si fuese de metal y ella un imán.
Me perdía en un mundo paralelo cada vez
que estaba frente a ella y todo se tornaba natural. La vida florecía a medida
que ella se movía y no podía esperar a verle, no podía esperar a sentir
nuevamente su piel, sus labios y su dulce aroma.
A medida que la noche avanzó empecé
finalmente a dormirme.
Capítulo 6:
La maldición.
Aunque logré conciliar algo de sueño en
el transcurso de la noche, a tempranas horas de la mañana desperté de un gran
susto. No podía permitir que aquella ansiedad me dañase un día tan importante,
por esto recurrí unos cuantos de los calmantes que me habían dado en caso de
ser necesarios.
No leí ni recordé nada de cómo tomarlos,
solo recuerdo que tomé varios y todo empezó.
Aquel intenso dolor de cabeza cebero
como el de la inyección en la habitación verde comenzó a mortificarme lenta y
brutalmente, sentía como si la sangre se transformase en ardiente arena que reventaba
poco a poco mis venas, las cuales parecían encogerse para provocar mas dolor.
Peor era mi piel que ardía incesantemente como si estuviese cubierta por dicha
arena. Deseaba arrancármela toda y dejar a un lado aquel insoportable dolor.
Pero era solo el comienzo, puesto que al
cabo de unos cinco minutos y muchos gritos caí repentinamente al piso, no
sentía mis piernas ni mis brazos; la mente se me nublaba y comencé a ver cosas.
El dolor se detuvo al momento en que
empecé a ver cosas, del mismo tipo que la vez que sucedió en la habitación de
aquel hospital. Pero era contrario a lo que esperaba ver. Esto no duró mucho y
realmente no pude entender que pasaba en aquellas visiones y al estar realmente
agotado quedé adormecido en el piso, hasta que el sueño finalmente cerró mis
ojos.
A la mañana siguiente desperté adolorido
y amoratado ya que había caído repetitivamente al suelo con gran fuerza
mientras el dolor se había apoderado de mi.
Me dirigí al baño para observar mis
heridas frente a un espejo, para poder admirarlas con mayor detalle e intentar
curarlas. Al entrar al baño me pasé un trapo húmedo por la cara para terminar
de despertarme, y al verme en el espejo un gran susto me llevé. No podía creer
lo que veía, no era mi rostro, era el rostro de aquel hombre que había descrito
ante las autoridades para salvarme de mis propios delitos.
¿Había perdido la poca cordura que aún
me quedaba? Realmente no sabía ni entendía aquello que sucedía; mi temperamento
subió abruptamente y decidí largarme de aquel horrible lugar. Así que tomé las
frías llaves del coche y salí.
Al encender el motor del coche y darle
unas cuantas revoluciones a este, comprendí que hacía falta algo, un mapa, pero
no entendía para que, solo había algo que me decía que lo necesitaba
urgentemente.
Me dispuse entonces a ir a por el mapa,
buscando entre aquellas lujosas calles una pequeña tienda donde vendieran uno.
Eso me demoró bastante, cerca de una media hora, pero al encontrarlo por fin
decidí admirarlo y buscar que había tan especial en este. Fue al instante que
toqué la superficie de dicho plano que mi mente me dirigió súbitamente a una
dirección bastante peculiar, un parque o algo parecido el cual no entendía que
tenía de especial.
-Llevaba poco tiempo al volante hasta
que todo sucedió, realmente no recuerdo más.
Segunda Parte:
Capítulo 1:
Detective.
Sus palabras me dejaron atónito, aquel
hombre de triste apariencia que había escuchado por mas de cuatro horas parecía
decir la verdad. Sin embargo eso no resolvía mis dudas para aclarar el caso en
el que se encontraba como sospechoso.
Decidí por lo tanto darle unas horas a
aquella pobre alma que había sufrido ya bastante pero que me dejaba con la
enorme duda ¿acaso había hecho sufrir a todas esas personas? ¿O era como
pensaba yo y había otra persona detrás de todas esas tragedias? Realmente no lo
sabía, pero estaba dispuesto a averiguarlo.
Le dije al ayudante que le diera una
bebida calmante y que le dieran una hora de descanso y que pronto hablaría con
él. Aunque sabía que no lo haría.
Muchos encontrarán esto poco
comprensible, pero verán, al transcribir todo aquello que dice el sospechoso me
es mas fácil encontrar peculiaridades o anomalías en sus cuartadas, y era
aquello que hacía.
Este curioso hombre no sabía ni su
nombre verdadero, tenía en la mente un nombre que no tenía nada que ver con sus
papeles verdaderos, ni siquiera era un nombre que hubiese estado en su familia
o el de algún personaje importante.
Al parecer un día decidió asesinar a 100
personas y estrellarse en su coche contra una patrulla de la policía local,
ahora me dejaba tantas dudas que mi cerebro estaba a punto de estallar.
Cada asesinato había sido cometido de la
misma manera y todas las victimas tenían las mismas características : mujeres
todas excepto por un hombre, pero todas las victimas, incluyendo a este ultimo
tenían algo en común, todos habían estado en un mismo lugar en el transcurso de
sus vidas.
Todos habían frecuentado dos lugares en
común, la cabaña “Montaña verde”, a las afueras de la ciudad con esa hermosa
vista periférica exterior a las murallas y la pequeña tienda que se encontraba
a diez minutos de la cabaña, la tienda Mraoo.
Le pedí a mi secretaria que recopilara
todos los datos del caso en una pequeña caja y que los dejara en el escritorio
de mi oficina mientras le hacía unas últimas preguntas al sospechoso, el cual
parecía tan calmado como un cocodrilo acorralado ante feroces cazadores
dispuestos a todo para obtener la hermosa piel del sensible animal.
Al llegar y sentarme frente a el, pude
ver el brillo de sus ojos, como si fuera una alerta, a lo mejor realmente no
era el culpable de todo aquello que sucedía o a lo mejor si lo era. Pero ¿podía
acaso confiar en mi instinto después de aquel caso? Era algo que no podía
permitirme una vez mas.
-¿Podría decirme usted que pasó cuando
vio a la enfermera?.- Dije.
-Señor, no tengo recuerdo alguno de esa
noche.- Dijo en voz fría y quebradiza llena de dolor y agonía.
-Bien, descanse, mañana será un día
largo.
Me fui apenas dije esto y salí por la
gruesa puerta que separaba la sala de interrogatorios con la sala de
observación y me dirigí a prisa a mi oficina para leer aquello que habían
encontrado en la casa de este sujeto.
Al examinar la evidencia noté que habían
unas hojas escritas con gran vivacidad por la constante variación de la
caligrafía. Eran unos papeles escritos por lado y lado, empecé a leerlos con
atención:
Ella estaba ahí, parada en el balcón
Mirando al horizonte,
Sus ojos se perdían al igual que la luz
del lugar
Y su sonrisa se desvanecía de la misma
manera
Sus manos rozaban el borde de la
barandilla suavemente
Podía notar como respiraba
Estaba agitada
Las lagrimas descendían como las gotas
que,
Descienden de un cubo de hielo que
Lentamente se derrite
Sus labios estaban pálidos al igual
Que su piel, fríos suaves
Parecían de cristal
Su corazón retumbaba como
Una gran estampida
Su delineada figura resaltaba en el firmamento
Me partía el alma verla así
Aquella que una vez había sido tan
vivaz como
El mismo sol
Y tan dulce como el néctar de las
violetas
Fresca como la primavera y fuerte como
el invierno
Pero se había secado
Se había marchitado
Y ya su fuego se extinguía
Deseaba poder escucharla una vez mas,
Mas sabía que no podría
Sintió mi presencia y giró hacia mi
No podía parar de ver sus ojos
Tan esplendidos como la misma luz de la
luna que se reflejaba en su ondeante cabello
Una fuerte briza pasó por ella y ella
inmóvil
Fijaba sus ojos en mi al igual que yo
en ella
No podía parar de sufrir
Pero tampoco podía parar de verla
Sabía que había llegado al final de
aquello
Y aquello era mi vida
Y fue así como la vi convertirse en
polvo y volar entre los cielos
Y al observar acto tan doloroso, sentí
como mi corazón ardió como mil soles
Observé mi mano y vi como esta se
secaba hasta que
Se prendió en llamas al igual que el
resto de mi
Para poder volar junto a ella
Pero en aquel instante la vi otra vez,
De una manera distinta
Única, perfecta, pura
La podía ver donde quisiera
Pero era muy tarde y seguía
incinerándome
La lluvia llegó pero parecía solo
aumentar las llamas
El dolor era menor que el verla
desaparecer y aparecer
Sabía que había llegado al borde de la
razón
Y que ahora solo necesitaba despertar
Y logré hacerlo solo hasta que las
llamas finalmente llegaron a mi mente
Y cerré los ojos
Después de largo viaje a través de las
tierras de aquellos que en el verde azul viven
Pude abrir con seguridad los ojos y
despertar
Y fue allí donde la vi
Tal y como la primera vez
Era algo mágico
Era perfecto
Finalmente había llegado a aquel lugar
Donde la luna se torna oscura
Y los campos soplan
Y donde mas importante,
Se encontraba ella…
Las palabras de este hombre me
retorcían el corazón ya que realmente podía sentir el amor y el dolor de este
sujeto por la dama que describía, realmente sentía la agonía de su alma y la
caligrafía lo complementaba todo.
Cada letra parecía estar escrita con su
propia sangre, con su propio ser, este tipo era realmente un artista de la
palabra, pero lo que me preocupaba realmente era el significado de estas
palabras.
Temía que fuera algún tipo de
represaría mental o que sufriera tanto que realmente él fuera el asesino y que
el cometer aquellos atroces crímenes fuese una liberación espiritual. Y si así
era, era algo que iba mas allá de mi comprensión.
El cielo se oscurecía por las grises
nubes y el sol ya se esfumaba, por lo tanto era tiempo de poner todo en la caja
y llevarla a mi casa para examinarla con mayor tranquilidad y precisión.
Capítulo 2:
El significado.
En el camino a casa no podía parar de
pensar en un pasaje en aquellas hojas: <<En
mi mente, estaban aquellas palabras, aquellas que me imagine de muchas maneras,
aquellas imaginaciones no eran mas que falsedades que mi mente me jugaba.
Cansado de aquellas jugarretas decidí adentrarme en mi mente, aquella tierra
extraña y jamás explorada por alguien como yo. Se supondría que la conocía mas
no era así, ya que al llegar, vi que no era como me lo imaginaba.>>.
Realmente me ponía
a girar la cabeza como las ruedas de mi automóvil, era como si sus palabras
fueran metáforas para la locura o para cada asesinato cometido por él.
Pero fue solo
cuando llegué a casa que pude notar que nada de lo que estaba escrito por él
desde una fecha correspondía a lo que decía en el interrogatorio. Con el paso
de la noche en mi solitario estudio pude comprender que este sujeto no era el
verdadero asesino. Ya que en sus escritos se encontraba la verdad de este
sujeto, un sujeto realmente extraño pero no un asesino.
Esto se aclaró
finalmente cuando al día siguiente, después de una ardua noche de extensiva
lectura, leí uno de los escritos al sujeto, el cual reaccionó como me lo
esperaba, demostrándome la falsedad de sus testimonios que tanto me temían.
Pocos lo
entendían, pero aunque hubiese declarado el ser un asesino o algo así no quería
decir que realmente lo fuese.
Al entrar saqué el
papel de mi bolsillo bruscamente y leí con autoritaria voz :
En aquella noche comprendí lo que
nunca había entendido, aquello que iba mas allá del alcance de mi mente… Pero
que ahora lo está y todo gracias a ella.
Sus ojos no eran azules como
recordaba, castaños si eran, profundos y hondos, como la sensación que da el
mirar el fondo del basto océano. Tu pelo liso y brillante, tampoco era como
pensaba que era. ¿Era todo un delirio? ¿O simplemente estaba frente a la
expresión total de la belleza que se canalizaba en una sola criatura en el
momento mas mágico que la frágil vida de un hombre puede presenciar?
Era ella, lo único que podía traer a
tan despreciable criatura capturada por la sociedad y diseñada para destruir
hasta el punto mas alto y transformarlo en felicidad absoluta.
A cada palabra
aquel hombre se empalidecía y al finalizar cayó al suelo, los paramédicos
llegaron al instante y lo trasladaron a la misma sede hospitalaria donde ya
había sido internado.
Al llegar a su
habitación la doctora, la cual casualmente era la misma de la primera vez, me
dijo que habían encontrado algo extraño en una radiografía craneal, una
aparente fisura que podía ser solo causada por un agente externo.
Con cada palabra
de la doctora, me imaginaba mas cosas, cosas locas e imposibles, que podrían no
serlo. El punto es que al finalizar la platica con esta comprendí algo que no
había visto en los textos, o en sus facciones al leer aquel fragmento o en las
extrañas cosas que decía incesantemente.
Lo había
descubierto finalmente y debía actuar.
Capítulo 3:
Calma
después de la tormenta.
Sentí como si un
brazo me tomase del fondo de un lago y me trajese a la superficie, para tomar
una amplia bocanada de pura revelación.
Este caso no era
nuevo y de hecho esto era lo que resolvería no solo uno sino tres casos en
total. Había sido ya bastante pero no lo suficiente para vencerme.
Había sucedido
hace dos años, dos años exactos y había causado 300 muertes, entre ellas, la de
Mía.
Ahora que lo
comprendía fui directo con el departamento de seguridad nacional y dije en voz
alta apenas llegué:
-¡He encontrado a
Lodi Fice!-repuse.
-¡¿Pero que has
dicho?!- Respondieron varios con grandes caras de asombro, la misma que ponía
un pequeño en navidad a la hora de abrir sus regalos.
-Así es, y
necesito que llamen al agente Björk urgentemente.
De inmediato lo
llamaron y mientras esperaba varios me preguntaban ansiosamente, pero a ninguna
pregunta respondí.
A medida que
pasaban los segundos esperando en aquella sudorosa y mal oliente habitación
llena de curiosos, recordaba mas detalladamente los sucesos de los otros dos
casos.
Llegó finalmente y
se postró ante mi, con su pedante actitud, superba y desagradable, llena de
rencor y desdén. Su fría mirada, petrificante como la de un monstruo intentaba
derrumbarme. Sus facciones estaban mas secas y pronunciadas que nunca, como si
fuese una dura estatua del agente. Se podía apreciar algo que nunca había
tenido este, pese a su sombría apariencia, que en años anteriores había tenido
una carencia de alma, finalmente pude ver a través de esa cruda armadura. Podía
sentir el temor correr por sus venas, lentamente, como si fuese un negro y
espeso veneno que se colaba por su sistema, asfixiándolo y retrasando su
agilidad mental. Podía notar como su corazón latía velozmente por el temor, un
temor que lo tenía tan adolorido que cada segundo que pasaba era como una daga atravesando
su depravado ser. Podía oler aquel amargo y penetrante aroma de la traición y
la ira que emanaba su alma, tan fuerte y concentrado como para distribuirse en
300 almas inocentes.
Al cabo de unos
cuantos segundos sus labios se movieron y salieron unas cuantas palabras:
-¿Cómo me ha
descubierto?- dijo
Realmente me
sorprendió su respuesta, era algo que seguramente no me esperaba.
-Fue simple, usted
es único asesino que olvida que los guantes continúan a tener las huellas
dactilares por mas que se las pongan otro par de manos. El poner las manos de
aquel pobre caballero no borro las suyas, y pude finalmente encontrar la
relación lógica que lo ataba a los asesinatos.
Usted no tenía
nada en contra de esas personas, fue aquello que le sucedió en aquellos
lugares, deseaba acabar con todos aquellos que habían visitado esos lugares a
su misma edad. Pero me pregunto, ¿Porqué?- Dije con un tono despectivo.
-Verá, puede que
me halla encontrado, como el asesino de esas personas, pero está incorrecto en
algo.
-¿Y qué sería
eso?-Repuse con inmediatez e intriga.
-No he cometido
trescientos homicidios como cree usted, he dejado uno al final. Uno que ustedes
daban por muerto.
-¿Y quién sería
este?
-¡Usted!
Y al momento de
decir esto sentí como aquel puñal, frío como el hielo y cálido como el
mismísimo sol, me atravesaba como si de mantequilla fuese. Sentí como la vida
se me escapaba poco a poco. Como la visión se nublaba y como me adormecía. Sin
embargo mientras caía al piso por obra de mi ignorancia al no prevenir un
posible ataque, sentí las explosiones de balas a mis alrededores, y como estas
impactaban ferozmente en el cuerpo del asesino.
Gritaba con una
enorme sonrisa mientras su sangre se derramaba por todos lados, al igual que la
mía.
Ambos caímos al
piso de la misma manera que los costales caen al piso, in animados, fríos y sin
vida.
Pronto sentí que
levantaban mi desangrado cuerpo, pero dejé de ver y sentir, para sorprenderme
al despertarme en aquel lugar, que de tanto desagrado había sido para la pobre
victima.
Al despertar lo
primero que vi, fuera del lugar en el que me encontraba, fue el rostro de Mía,
aquella que me había sido arrebatada por las cureles manos de aquel despiadado
agente, que solo la muerte merecía. Pero la dulce alusinación no duró mucho
puesto que desvaneció después de que entrara el jefe de la policía.
-Señor - dije -
¿que ha sucedido con el agente Björk?
-No se preocupe
por eso, en sus últimas palabras nos ha dicho porqué lo ha hecho, y descuide,
yo mismo hablaré con las familias que sufrieron esas terribles perdidas a causa
de esa malvada criatura.- Repuso con tranquilidad.
-De acuerdo señor
pero, ¿que han dicho los médicos de mí?
-No creen que
pueda sobrevivir, el arma ha atravesado distintos órganos y no creen poder hacer
algo para salvarle a largo plazo.
-Verá eso no me
importa, lo que realmente me importa es acabar una carta, una carta para ya
sabe quien. Y es de vital importancia que me dé un esfero y un papel, ya le
diré que hacer con lo que escriba.
Había llegado el
momento de partir de tan enfermizo mundo, uno en el cual había sido un jugador
para la justicia. Finamente había acabado mi labor y podría dejar de intentar
comprender el mas grande misterio que el hombre ha conocido, su mente.
FIN
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