Yazco,
Aquí, que asco,
Miro la espuma en la arena,
pero no renazco.
No me queda más que cuestionar la existencia de esta pena.
Los cielos cantan y rugen con fervor
Mientras en silencio mi corazón siente el ardor,
El dolor de tu silencio,
Estas extrañezas que me propicio,
El silencio es un suplicio, día y noche no diferencio, en melancolía me sentencio, dolor que presencio, que siento.
En tu ausencia hasta mi nariz me traiciona,
No hay un maldito momento de tregua.
A mi lengua nada apacigua.
la sed no me la quita ni el agua.
El humo, que en remolinos me envuelve,
De repente, como una serpiente,
Me detiene, al pendiente me tiene,
Pero no huele,
Mucho menos duele,
Los ánimos me muele,
Sin embargo nada me huele.
La sangre marchitada bajo el sol,
El pelo seco y venido a menos,
El caño de la calle,
Las tóxicas mareas de las peluquerías,
Nada.
Pasaste como un hada,
El polvo estelar esterilizó todo olor,
Todo aroma, todo,
Y solo dejó la nada.
Nada en la que se recuerda al hada.
Nada en la que el único recuerdo de mi nariz
Yace en mi piel,
En la misma en la que derramaste tu miel.
Piel en la que nace el recuerdo de tu piel.
Y me prendo un cigarrillo,
Bajo el recuerdo me arrodillo.
Me tiro y me enrollo como un armadillo.
Pero lagrimas no brotan.
Tan solo son penas, que me agotan, que me desbordan, me acribillan y me desollan.
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