viernes, 10 de mayo de 2013

Como una piedra

¿Haz perdido alguna vez la razón? Yo lo he hecho, y déjame contarte que no es nada bello.
Tus ojos se enrojecen y tu pulso pierde el ritmo y va como caballo sin riendas. El dolor es profundo y agudo, como si un alfiler al rojo vivo se clavase en tu ojo, simple y vulnerable.
Lastimas a los demás, los transformas en pequeños monstruos que a su vez deciden acabar contigo a toda costa. Y por ultimo, te lastimas a ti mismo. Sientes la profunda decepción, el fracaso y la deshonra, como una infame burla y mofa que te hacen padecer por la eternidad.
Lloras en silencio, para que ninguno pueda escucharte y saber lo débil que eres; y en las noches, entre la luz de la vela y cada pagina, derramas una que otra gota de sangre. 
Todo es fruto de tu incompetencia, de tu falta de atención. Si fueses mejor no estarías así.
El rencor crece y crece, al igual que la agonía y los gritos; las gotas se hacen manchas, se convierten en ríos y por ultimo quedas seco, como un desierto.
Tu sangre se drena, y tus esperanzas y sueños desaparecen poco a poco para dejarte un vacío enorme, un vacío que solo puedes intentar cubrir con mas dolor.
Ya lo haz perdido todo, lo único que te queda es ese cuerpo, infame y poco agradable, un cadáver lleno de horribles recuerdos, recuerdos que solo traen a la memoria tu insuperable insensatez.
Quieres sentir un suave y delicioso rozar, de filosas dagas con tu cuello, que lo acaricien y lo cuiden, de desparramar mucha sangre.
La herida queda abierta, y lentamente tu mano cae sobre lo que encuentre. Ya da igual.
Piensas en algo hermoso, algo alegre, pero la acción muere cuando te das cuenta que no posees nada de eso. La felicidad siempre fue una ilusión en la vida mundana que llevaste.
La compañía y la calidez humana, fueron solo imaginación, alucinación pura.
Deseas acabar con el dolor, quieres algo rápido, simple y limpio. No quieres implicar a nadie y que nada te implique.
El plan va en marcha, y el silencio se agudiza para culminar con un grito. Un doloroso grito que acabará con todo.
El pulso se detiene, al igual que mi respiración. Mi respuesta acaba y ahora es tu turno.

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